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martes, julio 20, 2010

"Señor Enseñanos a Orar"


Evangelio: Lucas 11, 1-13

Padre Nuestro

La oración del Padre Nuestro es una oración que solamente un discípulo puede rezar. Es la oración que solamente alguien que esta realmente comprometido con Jesucristo pueden llevar a sus labios y darle sentido.

Fijemos por unos instantes en el orden de las peticiones en el padre nuestro. Las primeras tres peticiones tienen que ver con Dios y con la gloria que se le debe dar a Dios. Las segundas tres peticiones tienen que ver con nosotros, y nuestras necesidades en esta vida.

El Padre Nuestro trae la totalidad de la vida humana a la presencia de Dios y trae la totalidad de Dios a nuestras vidas.

Cuando pedimos el pan diario para sostener nuestra vida terrenal. Esta petición va directamente a Dios, Padre, el Creador, el que sostiene la vida.

Cuando pedimos el perdón de nuestras culpas, esa petición va inmediatamente a Dios, el Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.

Cuando pedimos que se nos libre de la tentación, del mal, esa petición va inmediatamente a Dios, Espíritu Santo, el Consolador, el Fortalecedor, La Guía, el Guardián de nuestro caminar.

De la manera mas sorprendente, la segunda parte del Padre Nuestro recoge el presente, el pasado, y el futuro de la vida entera de cada ser humano y la presenta a Dios Padre, a Dios Hijo, y a Dios Espíritu Santo en toda su plenitud.

En el Padre Nuestro con el que empezamos cada misterio del Santísimo Rosario, Jesús nos enseña a poner en las manos de Dios toda nuestra vida, todo lo que somos y sonamos con ser, y nos enseña también a traer a Dios, a acercar a Dios a cada una de nuestras vidas.

Pidamos a nuestra Madre, la Madre de Dios que nos enseñe a descubrir cada vez que rezamos el Rosario los misterios de nuestra salvación, la verdad del Dios que se hizo uno como nosotros, y el camino de la felicidad humana que saborearemos en cada ave María, en cada misterio, en cada gloria, en cada padrenuestro.

Las lecturas de hoy nos están invitando a evaluar nuestra relación con Dios. Y esta evaluación sólo se puede hacer en los momentos de oración. Las lecturas de este domingo nos están invitando a preguntarnos si nuestra relación con Dios es parecida relación tierna y cercana entre un Pastor y sus ovejas.

¿Vemos a Dios como Padre?

¿Es Dios para nosotros el Padre que conoce nuestros nombres y que nos llama a cada uno por su nombre?

¿Es Dios para nosotros el Padre que conoce nuestro corazón, nuestras debilidades y nuestras grandezas?

¿Somos capaces de identificar la voz de Dios en nuestra vida diaria?

¿Cuando El nos llama a compartir su vida, su vida abundante, somos capaces de escucharle y seguirle al reconocer su voz?

¿O tal vez escuchamos las voces de dioses extraños que nos empujan al pecado y a la autodestrucción?

¿Sentimos que somos parte de su familia, que somos de El y El está entre nosotros?

Si le escuchamos, El no permitirá que nos despeñemos en algún precipicio, o que nos perdamos, o que un extraño nos robe el alma o nos haga perder el corazón. Si sabemos pedir al Padre, El nos llevará a esos verdes pastos donde reina la felicidad, la paz, y la alegría. Si aprendemos a rezar con humildad a nuestro Padre que esta en el Cielo, El nos llevará por el sendero justo de su Reino y su amor y su misericordia nos acompañaran toda la vida. Nos conducirá hacia fuentes tranquilas donde poder reparar nuestras fuerzas después de acudir a El en momentos de amargura, de desconsuelo, de miedo o de dolor.

Si tenemos una relación madura con Dios, nada habremos de temer. Aunque los problemas y las adversidades de la vida nos hagan caminar por noches oscuras, nada temeremos, porque al escucharlo, habremos aprendido la lección más importante que todo cristiano debe saber: que El va con nosotros, y su amor y su Espíritu nos traerán sosiego, paz, armonía, y el verdadero sentido de nuestras vidas. Si en nuestra relación con Dios, si en nuestra oración, lo vemos, lo sentimos, y lo escuchamos, nada nos faltará.

W. Candanedo-Guevara, O.P.

WCandanedo@opsouth.org