Buscar este blog

martes, octubre 30, 2012

En el Mes de Marìa


Vamos a meditar las palabras del Ave María, para que al repetirlas disfrutemos más el Rosario (noviembre 08 a diciembre 08 de 2012)

Dios te salve

Te saludo con todo mi amor y con toda la alegría de mi corazón.´
Dios te salve, Bendita. Y bendícenos a nosotros, los hijos de la Bendita entre todas las mujeres.
Todos tus hijos del mundo,  en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes te saludan a diario cuando rezan el ave maría.
Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices,
Oh Madre bendita.
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.
Dios te salve…

María

Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe, María Reina de la Paz.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura los jóvenes, los adultos y los niños, Tu nombre lo llevan con orgullo santo millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti necesitamos de verdad en nuestro mundo muchas Marías que tengan un corazón parecido al tuyo. María bendita, míranos con tus ojos de cristal, con tus ojos purísimos de paloma, y llénanos de tu perfumada presencia, de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María…

Llena eres de gracia

Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios, de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos, más que los querubines y serafines.
Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro son el encanto de tu Dios.
Y el encanto de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría saber que nuestra madre es tan santa,  tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia, impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia…

El Señor es contigo

Esta frase de la Biblia siempre va después del “No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo, porque te cuidó como a su perla preciosa, a su rosa exquisita. Él te preparó desde muy niña con sus manos santas para que fueras después su Madre santa. Todo el amor infinito de Dios cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia cuidando a la niña más bella,  más santa, más querida. Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel y él sabía lo que decía. Contigo estuvo en los años de tu embarazo,  dentro de tu seno, haciéndose un niño por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él. Fuiste madre, nueva Eva, corredentora. Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti También estuviste Tú con Él,  hasta que murió en el patíbulo y pasó de los brazos muertos de la cruz a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad, santificando a su madre amadísima,  para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo. Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo….

Bendita Tú eres entre todas las mujeres

¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única de la mujer que quiso crear. Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías,  al menos deben serlo, parecerse a Ti que eres el modelo preciosísimo de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal. Modelo de niña y mujer, adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas  del crecimiento de la mujer, enseñando cómo se puede ser una gran mujer, una mujer santa, un apóstol de Jesús, y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde, pero donde estaba Dios, y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor, de santidad y de felicidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, El Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres…

Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Bendita la flor, bendito también el fruto. Jesús, el amado del Padre ha nacido de Ti como la rosa del rosal. La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo, fruto de tus purísimas entrañas. Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús, pues Él, además de ser hijo tuyo, es tu Dios omnipotente, del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros. Jesús, porque Tú nos lo diste, en un gesto de amor único y lleno de misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre, en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas  en tu corazón, están éstas: “Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”. Para nosotros esta sola frase constituye  todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra, ¿qué dificultad nos podrá derrotar? ¡Qué poco felices nos atrevemos a ser cuando nos han dado la llave de la felicidad, de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo,  Bendita Tú eres entre todas las mujeres Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María

Si María es tu nombre, santa, santísima es tu sobrenombre, La cualidad que siempre va con tu nombre.  Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto, mística rosa, perfumada y más pura  que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura, Reina bella y sencilla campesina de la entrañable campiña de Nazaret.

Madre de Dios

Te amamos como Madre nuestra  y te veneramos como madre de Dios, grandeza incomparable que te ennoblece  y nos llena de orgullo santo, porque nuestra madre es también madre de Dios. Para tan alto privilegio se requería una Madre virgen, una virgen santa, una mártir del alma, una criatura llena de gracia y una humilde esclava del Señor,  que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo la máxima grandeza y la más fina y profunda humildad?  Dios te consideró digna madre suya. Aceptó ser Hijo de tus entrañas. Te hizo grande el que todo lo puede y tú te hiciste pequeña como una esclava al completo servicio de tu Señor. Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios  me infundes un respeto inmenso. Como esclava del Señor una ternura infinita.

Ruega por nosotros, pecadores

Somos tus hijos pecadores, Somos hijos pródigos que hemos recorrido los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora, antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente, Tú que eres la omnipotencia suplicante. Ruega siempre para que no nos engañe más el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino, que se nos ha terminado la alegría y el amor. Pide para nosotros el milagro de la resurrección cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue la resurrección y la vida. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores…

Ahora…

El día de hoy, El día de las oportunidades de santificarnos  o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación.
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.

Y en la hora de nuestra muerte. Amén.

En ese momento en el que se juega nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir un último “Te amo en este mundo” para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento no están preparados,  para que si no vivieron en gracia,  mueran en gracia de Dios y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida coincide con el de su terrible muerte. Así como lograste que el buen ladrón se arrepintiera el día de su muerte, consigue esa misma gracia a los pecadores más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal para salvar de las garras de Satanás, de la eterna condenación.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net  <mdeblas@arcol.org >





A nuestra Madre Santisima


Una sonrisa de María vale más que todos los cariños
Virgen poderosa
A la más poderosa de las Reinas, Dios no le niega nada. Se le llama La omnipotencia suplicante. “Semper vivens ad interpellandum pro filiis suis”: Que vive siempre para interceder por sus hijos.
“No tienen vino”, dijo en una boda. Y qué vino más exquisito se bebió en Caná. Los que se acogen a Ella no deben tener miedo a nada. Ni al demonio, ni a la muerte, ni a los peligros.
El rosario parece una oración frágil, y como propia de abuelitas, pero Dios ha querido que sirva para detener los cañones y las bombas. La tierna Virgencita es el terror del infierno entero. Por eso los devotos de María no tienen nada que temer.
Buscar una alianza perpetua con María de Jesús equivale a ser inexpugnable en la lucha por el cielo. Ella es la puerta del cielo y la causa de nuestra alegría. Los hijos de María son personas muy alegres, como su Madre. No se explica que los hijos e hijas de María Santísima se dejen morder por la serpiente de la desesperanza y del temor. No tienen ningún temor.
Virgen clemente
Lo aprendió de Jesús. Es la Madre del Hijo pródigo. Sabe curar las heridas, consolas las penas, enjugar las lágrimas, suavizar todo, perdonar todo. Como Ella no debe juzgar, sólo perdona e intercede por sus hijos.
Cualquier madre es clemente, pero María más que todas juntas. Buena falta nos hace, pues la clemencia la requieren los malhechores. Hemos de saber que los tales no son los que andan en las cárceles, pues cada uno de nosotros, sumando todas sus maldades es un verdadero malhechor que necesita clemencia.. Cuando María intercede ante el Juez divino por uno de sus hijos, obtiene el perdón.
Oh Madre del Hijo pródigo, que aprendiste de Jesús a perdonar, a hacer una fiesta cuando éste regresa a casa. He huido de casa muchas veces, creyendo ingenuamente que sin Dios la vida es más atractiva y emocionante. Cuantas veces he regresado a casa herido, decepcionado, miserable. Tú has sido, junto con Dios, la que me ha puesto un anillo en el dedo, nuevas sandalias a mis pies descalzos, una túnica, y has mandado hacer la fiesta del becerro gordo. Si en el corazón de Dios hay más alegría por un pecador que se convierte, también en el tuyo una de las más grandes alegrías es la de recuperar un hijo perdido, un hijo muerto.
Hay un momento crucial en el que clemencia me es absolutamente necesaria: el día del juicio particular. No dejes de asistir, como abogada defensora, a la cita definitiva en la que se decide mi eternidad.
Virgen fiel
Es uno de sus títulos más grandes. La fidelidad hecha carne de mujer. Fidelidad a Dios, demostrada en su fórmula favorita: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Fidelidad a sus hijos; aún a los hijos que se pierden los ha amado hasta el último segundo de su vida.
Estaba junto a la cruz... Ella no cayó en la tentación del sueño como Pedro y sus compañeros.
¿Qué más se te podía pedir, Virgen Fiel? Todo lo diste.

Espejo de justicia
Espejo de santidad...Es la Inmaculada. El tres veces Santo se refleja en Ella como en un espejo.
Pero no es espejo que, cuando la imagen desaparece, también del espejo desaparece. María es, más bien, una copia muy bien hecha, del Modelo, la más perfecta, hermosa y fiel que se haya dado. María nos aventaja con mucho. Irradia la santidad, la transmite. Quisiera que todos sus hijos se parecieran a Ella. Con más verdad que san Pablo puede decirnos:”Hijos, sed imitadores míos, como yo lo soy de Jesús”.
Debemos parecernos a nuestra Madre. “Sed santos como yo soy santa”, podría decir, al estilo de Jesús. Cualquier virtud adquiere un brillo y un encanto particular en María. Ella no hace amables practicar dichas virtudes. Es una Maestra incomparable que hace amar y apasionarse por la vida cristiana. Queremos ser discípulos en tu escuela, María.
Trono de sabiduría
Lugar donde se asienta la sabiduría. La sabiduría del arte de vivir: Maestra del vivir, porque es maestra del amor. Vivir, en su esencia más alta, es amar. Maestra en el arte del amor: Madre del amor hermoso se le llama. Maestra de todas las virtudes cristianas: Enséñame a ser un discípulo excelente.
Por ser la mejor discípula de Jesús se convirtió en la mejor Maestra de los hombres.
Ella nos enseña la sabiduría más alta, la de cumplir la voluntad de Dios, de la santidad. De acuerdo a la frase: “El que se salva sabe, y el que no, no sabe nada”.
Nos enseña la verdad de Dios en las Escrituras. Nos ha dado al Verbo, la Palabra de Dios, de una forma en que le podemos tocar, abrazar, mirar, comer. “Haced lo que Él os diga”. Esta frase pronunciada en las bodas de Caná resuena en todos los corazones de los cristianos. Si le hiciéramos más caso a Jesús, nos iría mucho mejor.
Es una sabiduría humilde. No es fácil hallar sabios humildes, porque la ciencia suele hinchar. María nunca reclamó a su esposo nada, nunca insistió en las preguntas, aceptaba las respuestas que le resolvían solo en parte los misterios.
Causa de nuestra alegría
Ella lo sabe. Se lo recordó a Juan Diego. “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la causa de tu alegría?”
¿Quién es esa persona? ¿Dónde vive? ¿Cómo se llama? Me muero por verla.
El que se junta con María es un ser alegre por contagio. Porque Ella contagia la alegría a los hijos de Dios.
Su sí a Dios abrió la puerta que estaba cerrada. Nos abrió la puerta de la felicidad eterna. Nos dará un abrazo y nos presentará a Jesús y al Padre. ¡Qué ilusión me da el pensar en ese momento!
Las legítimas alegrías humanas tienen color y sabor mariano. Pienso en la sonrisa de María; lo más entrañable de su rostro. Una sonrisa de María vale más que todos los cariños humanos del mundo, por hermosos que sean.
Vaso espiritual, vaso digno de honor, vaso insigne de devoción
Se habla aquí de los vasos sagrados, como son el cáliz y la patena. María es un vaso sagrado, como una patena que ha encerrado al Verbo en sus entrañas; es un cáliz precioso, porque encerró en sus venas la sangre de Jesús, la que se derramaría en Getsemaní, en la flagelación y en el Calvario.
Vaso digno de ser honrado por todos. A María no se le puede faltar al respeto, es una ingratitud y una grosería sin nombre. Pienso en los que, con la Biblia en la mano, predican que María no es la Madre de Dios. Al llegar al cielo, les va a abrir María la puerta. Antes que nada tendrán que pedir atentas disculpas. Y al presentarse ante Dios las disculpas deben ser muy serias, porque, aunque de buena fe, toda la vida dijeron que la Madre de Dios no era su Madre. Eso es muy fuerte.
Cuando se habla de devoción a la Santísima Virgen, a esto se refieren. Por eso los que sinceramente tienen una gran devoción a María están en el justo y recto camino. Dios los bendice y los premia. Amar y bendecir a su Madre, es amarlo y bendecidlo a Él mismo. Si Él dijo: “Todo lo que hacéis a uno de mis hermanos más pequeños me lo hacéis a Mí”, ¿qué decir cuando se lo hacen a la hermana más grande y a su misma Madre? Se lo hacen a Él en persona. No tengan miedo, por tanto, los que aman a María, Madre de Dios. Sepan que cuentan con la bendición de Dios.
Vaso insigne de devoción, es decir que merece nuestra devoción, amor y cariño como nadie.
Meditaciones de las letanías del Rosario. Ella es la puerta del cielo y la causa de nuestra alegría.
Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net  <mdeblas@arcol.org >